La asimetría que padece una parte de la población, de las regiones, de los países, de las especies, o de los sistemas naturales, en la desigual relación de unos con respecto a los otros, no viene dada como principio inmutable del derecho natural sino que es una «patología» o «desviación» relacional surgida en los albores de la historia, que, con los vaivenes en su decurso se ha manifestado de forma heterogénea. Padecida en función del género, de la procedencia geográfica, del credo religioso, de la orientación o expresión sexual, del tipo de elemento dentro de un ecosistema, o de la especie, en momentos de crisis experimenta picos que abocan a ejercer violencias extremas por parte de los que imponen sus normas sobre el resto.
En el escenario post COVID 19, producto del efecto pernicioso de la pandemia, en una de esas coyunturas clave, cuyas circunstancias propician el planteamiento de un cambio de ciclo en el mundo, es insoslayable el desarrollo de proyectos que hablen de los beneficios de retomar otras dinámicas, apelando a una conciencia social y medioambiental empática con los semejantes y con el entorno. El que nos ocupa aspira a que el visitante abandone todo conformismo, toda indiferencia; que salga de su aislamiento, de su burbuja de confort y seguridad y que, tras sentirse concernido, esté dispuesto a escuchar. Pretende resonar, ampliando su recorrido más allá del espacio expositivo; a que sirva de estímulo la confrontación de escenarios; a que nadie quede inmune a la veracidad de sus argumentos y la convicción y el entusiasmo con que se expresan y defienden; y a que, como último objetivo, reaccione y actúe en consecuencia. La artista pretende que su voz perdure tras la clausura del evento, que no se apague con él; que, parafraseando a Verónica Gago, cuando alude al pensamiento político de Rosa Luxemburg en relación a la huelga: «sea un vector de temporalidades» (1), y que se pueda, al menos, imaginar un nuevo horizonte, un otro mundo construido de común acuerdo.
Para Adorno la obra de arte se concibe en base a una realidad subjetiva que se trasciende a sí misma y a lo individual, constituyéndose en fuerza de resistencia en tanto que puede expresar aquello que a la objetividad le cuesta representar, o no quiere o puede porque rara vez es independiente. El arte es capaz de desvelar como ningún otro lenguaje fenómenos éticos y políticos, debido a su codificación histórica de las formas y su autonomía. Por ello, es el lenguaje de lo extraño, del otro, abriendo la percepción al prójimo, al diferente (Byung-Chul-Han, 2019) (2).
Sin embargo, no es fácil escuchar. Las condiciones de nuestra vida laboral y nuestro ocio no lo propician. Nuestro mundo es mas de comunicación que de relación, y el absoluto predominio de la comunicación digital, expansiva y fría, cómoda y adictiva, proporciona conexión e información, pero no relación con el prójimo. Es cierto que elimina la distancia pero también que no consigue cercanía personal. Byung-Chul-Han le otorga a la escucha una dimensión política, afirmando que precede a la voz y que supone en si una acción que enlaza e intermedia entre los hombres para que configuren comunidad e interactúen (3). Advierte de la sordera que padece la sociedad actual, y de cómo esta sociedad, que el denomina del cansancio (4), asiste impertérrita a la sucesión de acontecimientos nefastos y no reacciona. La causa de tal desmotivación reside para Zantvoort (5) en la mezcla de la inercia institucional (F. Fukuyama, 2019 ) y la hiper aceleración de la modernidad tardía (H. Rosa, 2011, 2019), lo que conduce al aislamiento del individuo, cuyo único horizonte es la supuesta auto- realización, que aboca en una autoexplotación derivada del narcisismo resultante de ese individualismo feroz. El ruido de esta sociedad de individuos agotados, aquejados de numerosos trastornos de etiología social, impide un silencio que permita siquiera oír la voz de los otros. Escribe Alain Corbin en su Historia del silencio: «La sociedad nos conmina a someternos al ruido para formar así parte del todo» (6).
En El cáliz y la espada, Riane Eisler manifiesta estar convencida de que: «nos aproximamos rápidamente a un cruce de caminos evolutivo…nunca antes había sido tan crucial qué camino elegimos«, y utiliza elegir porque «Debido a nuestra habilidad única para imaginar nuevas realidades y llevarlas a cabo…somos, literalmente, colaboradores de nuestra propia evolución». Lo que no necesariamente implica que esto haya sido siempre positivo y que unívocamente implique un progreso para la humanidad. Al final del párrafo se pregunta «qué rumbo debemos tomar» (7).
En 2011, Inmanuel Wallerstein hizo un análisis de la dinámica del mundo desde los años 70 proyectada hasta 2050. En uno de los párrafos aparece esta frase espeluznantemente profética -en especial por lo que sucede al final del periodo de proyección, aún por llegar y esperemos que entonces no se confirmen sus previsiones-:
La característica primordial de una crisis estructural es el caos, una situación de fluctuaciones rápidas y constantes que afectan a todos los parámetros del sistema histórico, lo que incluye no solo a la economía mundial, el sistema interestatal y las corrientes cultural-ideológicas, sino también la disponibilidad de recursos vitales, la naturaleza adversa de las condiciones climáticas y la presencia de pandemias.
Lo único positivo que ve en esa situación es la posibilidad de una mayor «viabilidad de la agencia«, una vez las medidas sociales a mayor escala pierden eficacia a causa de las presiones de intereses opuestos; por tanto cada aportación, por pequeña que sea, destinada a establecer de nuevo el equilibrio, «puede marcar la diferencia en la decisión colectiva en la bifurcación» (8).
En cuanto a la aceleración temporal de la vida en nuestro tiempo, escribe Amin Maalouf: «Antaño, a los hombres les parecía que eran efímeros en un mundo inmutable;» y cita la frase de Le Bovier de Fontanelle: «Que puedan recordar las rosas, nunca se ha visto morir a un jardinero», en referencia a la estabilidad de un sistema político y social. Haciendo balance del momento convulso que ha transcurrido desde su nacimiento, continúa: «Hoy día, estas rosas pensantes que somos nosotros viven cada día mas tiempo, y los jardineros se mueren. En lo que dura una vida nos da tiempo a ver cómo desaparecen países, imperios, pueblos, lenguas, civilizaciones… ¿Cómo hemos llegado a esto?… Larga es la lista de todo cuanto ayer, sin ir mas lejos, conseguía hacer soñar a los hombres…. Esa desmonetización de los ideales… explosión obscena de las desigualdades…. en el ámbito humano, en el ámbito ético y desde luego también en el ámbito político, supone innegablemente un naufragio (9).
Judit Butler, titula su último ensayo, escrito a raíz de la pandemia, con el interrogante ¿Qué mundo es este?Interpelación que encierra una exclamación de asombro, no positivo, ante la reciente crisis sanitaria y sus devastadoras secuelas, también en la esfera relacional, que ha propiciado que el mundo «se exhiba de una manera nueva», que puede calificarse de trágica. Lo trágico no se limita al acontecimiento detonante, puesto que pueden ser muchos y con raíces ancladas en un pasado remoto. Es el ambiente en su conjunto, en un momento dado, que permite y no evita que se produzca, y el lógico desconcierto ante esta situación, en la que la culpa y depuración de responsabilidades brillan por su ausencia. Se refiere Butler a una serie de miserias que afectan a un importante número de personas y se queja de que » lo que parece estar sucediendo, o corre el riesgo de suceder en estos tiempos, es la destrucción del valor de igualdad de todas las vidas como ideal» (10). Si en experiencias históricas de destrucción y pérdida de valores la estructura del mundo fue cuestionada, ahora hay una posibilidad de que esto vuelva a suceder, de que se cambie y sea redefinido. Pero -pregunta- «¿qué hace que una vida sea vivible? ¿Qué hace que un mundo sea habitable?» (11).
Es ya un coro el de las voces que hablan de lo mismo, que conjeturan similares desenlaces y preconizan parecidas soluciones. En el caso de Byung-Chul-Han y para terminar este primer bloque: «Hoy es necesaria una revolución temporal que haga que comience un tiempo totalmente distinto. Se trata de redescubrir el tiempo del otro» (12).
Angeles Sioli posee una voz muy personal, uno de cuyos rasgos de estilo mas definitorio es la conexión de ciencia y plástica en un ejercicio simbiótico de gran acierto que rentabiliza al máximo las sinergias entre ambos campos. En todos sus proyectos queda a la vista la conexión entre distintas áreas de conocimiento. Por otra parte, el empleo de soportes y prácticas, por un lado vinculadas a lo industrial y por otro a lo artesanal, al conocimiento tecnológico y lo manual, siempre en función de la demanda de la obra, nunca por motivos meramente estéticos. Escoge los materiales por sus cualidades y capacidad de sugerir inherentes. Asimismo, el imaginario vinculado a su trabajo revela una gran coherencia entre la simbología asociada a un elemento y sus posibilidades de reforzar el discurso al tiempo que facilita su compresión, de manera que se genere un flujo de intercambio entre obra y espectador a fin de optimizar el alcance de sus intenciones. Por último, precisión e indefinición, incluso dentro de la precisión y viceversa, en un juego entre factura y narrativa, que a veces tensiona al extremo, decidida a captar la atención, a generar interés y conciencia.
La artista, licenciada en Biología, primero, y Bellas Artes, después, se adentra en la fascinación que siente por la naturaleza en todas sus manifestaciones, centrando en ella cada una de las líneas de estudio y trabajo que acomete. También la naturaleza humana, capaz de lo mejor y lo peor, siempre desde un punto de vista crítico y constructivo, y la acción del hombre sobre su entorno, determinada por una ideología de dominación sobre todo cuanto hay y habita en el planeta y sus nefastos resultados. En el pensamiento y la plástica contemporánea la preocupación por el medio ambiente está conectada a la conciencia sobre los problemas de género, las dinámicas poscoloniales y nuestros modelos de relación con los otros: los que difieren de nosotros por procedencia, creencia, pensamiento, pigmentación, expresión afectiva, especie… Ángeles Sioli no es una excepción, pudiendo constatarse que la presencia de estos temas es una constante en su trabajo desde proyectos anteriores, como en Voz alta o Espacios liminares, en el que denuncia las agresiones sufridas por las praderas de posidonias que tapizan amplias extensiones del lecho mediterráneo, al tiempo que pone el punto de mira en los colectivos mas vulnerables en riesgo de exclusión. Asimismo, en otros posteriores, aún inéditos, en los que el mundo natural, vegetal o animal, sirve de imagen para tratar problemas que aquejan a nuestro mundo, como Acrobáticas o Bosque de gorgonias, focalizados en cuestiones de género o medioambientales, respectivamente.
Decía Foucault «que la práctica del pintor está atravesada por la positividad de un saber», lo que es extrapolable a toda práctica artística. Además, señala el componente transepistémico en la relación entre ciencia y sociedad. Para Eco (13) el que un artista emplee términos de la metodología científica no debe presuponer que pretenda el reflejo exacto de:
las presuntas estructuras del universo real sino que aprovecha el que la circulación de determinadas nociones ha influido particularmente en el artista en cuestión, de modo que su arte quiere ser y debe verse como la reacción imaginativa, la metaforización estructural de cierta visión de las cosas (que las adquisiciones de la ciencia han hecho familiar al hombre contemporáneo)
El trabajo de Ángeles Sioli encaja con las prácticas englobadas en las estéticas migratorias, tendencias que Miguel Angel Hernández identifica con una forma de experimentar lo sensible, los afectos, la memoria, la subjetividad, el tiempo; de sentir lo cercano, lo abstracto, la emoción, la recuperación de lo estético, la alteridad o lo transcultural. «una experiencia estética del mundo que puede considerarse definitoria de nuestro tiempo… donde el arte se configura como lugar de conocimiento y producción de mundo«, resultando imposible el divorcio entre arte y sociedad, arte y vida. Lo migratorio como realidad, metáfora y experiencia, conlleva pensar el mundo contemporáneo e intervenir y actuar en él a través de las prácticas artísticas que incorporan su estética. Junto a los campos de la experiencia y el trabajo interesa también al intelectual, incorporando una actitud teórica que influye en la manera de enfocar los problemas y en el posicionamiento político, en la acepción mas noble del término, de compromiso y responsabilidad con la comunidad y el hábitat (14).
En lo relativo a las prácticas que llevan a una experiencia temporal distinta, casi todas las obras que la artista reúne en esta exposición presentan esa temporalidad diferente, mas demorada, tanto por lo lento de su producción como por el tiempo que exigen para su contemplación detallada y el aprovechamiento de las variadas lecturas que contienen. Este modus operandi es una estrategia de resistencia frente a las inercias sociales, plenamente identificado en este proyecto con ciertas tareas vinculadas con el mundo femenino, como las artesanías y el maquillaje, y con el ámbito de lo privado, al que estaba relegada la mujer -estándolo aún en muchas regiones del mundo, donde siguen excluidas de la esfera pública-. Así, las tareas consideradas apropiadas para ella y normalmente realizadas para otros, como el arreglo personal para mejorar su aspecto, disimular defectos y gustar; o los trabajos con flores para hacer mas agradable el hogar; o los cosidos y bordados, labores en las que una mujer debía destacar para demostrar preparación, según la asignación sexista de roles. A partir de los años 70 del siglo pasado ciertas prácticas del arte feministas las reivindican para formular sus protestas y denunciar la discriminación de género a causa de las significaciones asociadas y su reasignación simbólica. Además, abren el camino a un nuevo lenguaje plástico y narrativo que reflejaba no solo la lucha por los derechos de las mujeres, sino también un nuevo método de trabajo, realizado de manera colaborativa. Escribir con pétalos, Manos para construir un mundo o Ucronía se deben a esta modalidad .
Es la suya una estética de lo liminar, del umbral, de lo fronterizo, y su creación responsable. Para Eliana Alemán lo liminar se refiere a una situación de umbral, al momento en que algo o alguien va a cambiar, por lo que procede una mirada y actitud dinámica. La vida contemporánea transita por espacios liminares casi a todos los niveles y en grado extremo, tal es la tensión a que se han sometido las relaciones del hombre con la naturaleza y con sus semejantes (15).
La obra de poética liminar es una obra abierta, que gusta de sugerir y proponer, de estimular la creatividad, silenciada o no, que todos llevamos dentro, manifestada de una u otra manera. La mayoría de los proyectos de Ángeles Sioli se expresan con una indefinición formal o discursiva, lo que permite la participación del visitante, motivado a abandonar la actitud pasiva y a pensar, imaginar y actuar. Dice Eco que la poética de la obra abierta implica, por un lado, las razones históricas, el bagaje cultural y la consiguiente visión del mundo; por otro, las posibilidades de lectura y las garantías de que esas posibilidades no degeneren en el caos; el equilibrio entre la cantidad de información vertida y la garantía de que sea comprendida por el usuario; y la adecuación entre la voluntad del artista y la respuesta del usuario de su obra . También, que la obra abierta se presenta como una metáfora trascendental y reveladora (16). Esas posibilidades casi infinitas de lectura que permite la obra abierta protegen de la condescendencia y las limitaciones del pensamiento único. La obra abierta es rizomática, multiplicándose en conexiones múltiples, que a menudo superan toda previsión.
La mirada de Ángeles Sioli invoca la capacidad de trascendencia de la naturaleza y el trasvase entre lo macro y lo micro, yendo de lo general a lo particular y viceversa, Así lo constatamos en Surreal y Fuera truena, otros dos proyectos inéditos y posteriores a este, donde parte de las formas de vida mas elementales para elaborar relatos complejos y universales.
En el seguimiento de su trayectoria creativa recorremos un itinerario en el que junto a arquetipos de fenómenos globales nos muestra un ámbito tan singular y recóndito como el de su propio espíritu.
La propuesta es multidisciplinar, ya que se materializa en varias disciplinas y procedimientos artísticos -dibujo, pintura, escultura, fotografía, collage fotográfico, bordado pictórico, vídeo, instalación, objeto y acción, y en solitario o de forma mixta-, y transepistémico, siguiendo a Foucault, porque se establecen unas relaciones extensas y profundas, indefinidas y dinámicas entre diversas prácticas discursivas. Utiliza como referencia el mundo vegetal, apropiándose de sus significados, su simbología, fisiología, capacidades adaptativas y, cómo no, de su diversidad, manejando conceptos biológicos, históricos, sociológicos, lingüísticos o filosóficos.
Se organiza y presenta como un metarrelato alegórico que se apoya en varias figuras retóricas, como la metáfora, encarnada en la rosa y otros elementos de su planta, el rosal, eje en torno al que se articula, con el auxilio de otros tropos como la sinécdoque y la metonimia, que lo dotan de libertad, movimiento y eficacia. Con la rosa roja, sus pétalos, los tallos del rosal y los acúleos, en tanto que significantes y significados, da cuerpo a un sistema semántico dentro del que hila una narración con trasfondo histórico y social. Mediante él, confronta dos modelos relacionales que ejemplifica con una serie de fenómenos y acontecimientos surgidos de las diferentes formas de interacción entre individuos, entre pueblos y entre el hombre con su entorno, terminando con una proposición ucrónica a modo de coda sin intención ejemplarizante y abierta. Extrapolando razonamientos lógicos, podríamos decir que mas bien equivale a un silogismo que arroja luz sobre el camino a seguir.
Elena Vozmediano, a propósito de la pintura de historia, escribe :
Perdida la función que antaño desempeñó la vertiente histórica de la pintura, las disciplinas actualmente vinculadas con ella se enfocan a cometidos como la reconstrucción, el desvelamiento, la historia-ficción, la interpretación o el comentario al margen, el archivo alternativo…
Asegura, por increíble que parezca -tan inseparable de nuestra concepción de este género es su imagen en los salones decimonónicos- que hoy en día y entendida de la manera anteriormente descrita: «es la evolución de la disciplina histórica la que marca el paso al arte». Y continua: «en las últimas décadas ha incorporado perspectivas de raza y género, teorías poscoloniales y feministas que han propiciado el surgimiento de obras de arte que desentierran historias olvidadas». Por último, señala que: «aunque estas historias son, con frecuencia, personales, tienen una ejemplaridad social» (17).
Fundamental es la práctica del object trouvé en la recolecta de algunos elementos del rosal; como lo es el tratamiento individualizado y pormenorizado de las partes utilizadas del arbusto, en tanto que imagen significante que soporta toda la carga conceptual de significado, ya que sugiere, por una parte, una estrategia deconstructiva: descomponiendo su estructura va descubriendo sus diferentes significaciones; y, por otra, introduce el concepto desmontar, inherente a la génesis y desarrollo del proyecto, cuyo leift motiv es el desmantelamiento de unas estructuras sociales.
Las referencias povera, la serialidad y la noción de proceso, en la serie y en otras obras de pieza única; la repetición y la escala, junto al uso del cuerpo humano, simbólicamente y en las fases de creación, levemente relacionado con el body art; y el carácter heterogéneo y multidisciplinar permiten ubicar este proyecto de Ángeles Sioli en la órbita del neoconceptual.
La exposición se ha concebido como un sistema de percepción complejo en base al estímulo de diferentes sentidos, por tanto sinestésico, para inducir a una serie de inferencias y al procesado y asimilación de la información ofrecida de la manera más completa y resonante posible. Para ello, el oído se estimula con el audio del vídeo, los pétalos de la instalación llaman al tacto y el aroma a rosas al olfato, sumándose a lo anterior y en todo momento la implicación de la vista.
Una experiencia resonante, según el concepto de resonancia acuñado por Harmut Rosa, es la que produce “acumulación”, reflexión y criterio, es lo opuesto al consumo fugaz de estímulos en constante sucesión y es el remedio a la aceleración de nuestro tiempo, también según Rosa. Está en las antípodas de la liquidez que Baumann atribuye a nuestro mundo, en el que se pasa de una cosa a otra sin que nos detengamos lo suficiente para atender, para escuchar; sin que nos deje la menor huella.
La disposición de las obras desarrolla un relato ordenado en tres partes, que compara modelos pasados con los que se sucedieron a partir de ellos, una vez se impusieron ciertos valores -Riane Eisler- que hasta entonces se daban de manera residual y que han permanecido en calidad de hegemónicos hasta nuestros días (18). Confronta el escenario real con otro ucrónico o alternativo, posible con solo un intercambio de los valores predominantes por los que desde el cambio pasaron a ser subordinados junto con el papel de la mujer, a la par que muestra cómo podría ser el mundo si, con los mismos actores, las estructuras que acabaron imponiéndose, y que han determinado nuestra sociedad, hubieran sido otras.
Es la flor femenina, se entrega
toda y tanto que solo le queda
la alegría de haberse entregado
Cirlot, en el Diccionario simbólico le adjudica una simbología variada:
La rosa única es símbolo de finalidad, de logro absoluto y de perfección. Por esto puede tener todas las identificaciones que coincidan con dicho significado, como centro místico, corazón, jardín de Eros, paraíso de Dante, mujer amada y emblema de Venus, etc… Simbolismos mas precisos derivan de su color y el número de sus hojas… La rosa blanca y la roja están en la relación que la alquimia determina entre ambos colores.
Y vemos que el color rojo indica el final de la Gran Obra de los alquimistas, y que también se asocia con el amor, el sacrificio y la sangre.
Según la tradición mítica, fue originariamente blanca y por diferentes avatares experimentó cambios cromáticos. La transformación al rojo está siempre vinculada a episodios trágicos, como las leyendas en torno a Afrodita, y Adonis. Algunos han querido forzar el equivalente a esta leyenda en la historia de Tisbe y Píramo, aunque Ovidio cuente en su Metamorfosis (4, 55-166) que son las moras blancas las que resultan teñidas por la sangre de los amantes suicidas. Sin embargo, la cita es oportuna, ya que versa sobre el amor alimentado por la voz, emitida a través de una grieta en el muro que separaba sus casas, teniendo prohibida cualquier relación. El muro separador es una imagen elocuente de los que hoy en día se erigen, material o retóricamente, a efectos distanciadores.
Su imagen es portadora de múltiples connotaciones, siendo la flor simbólica por excelencia en occidente. Dante, en La Divina Comedia, sitúa a los bienaventurados en el Empíreo, dentro de una enorme rosa, desde donde es posible la contemplación de Dios. El cristianismo insiste en la relación del rosal con la sangre, en esta ocasión de Cristo, cuya corona de espinas se dice que estaba hecha con ramas de escaramujos; siendo asimismo su cáliz el símbolo de la copa que recoge esa sangre, por lo que es también símbolo del Grial, y, por tanto, de regeneración e inmortalidad y del ciclo de la vida, a través de la iconografía que refleja la conversión de su sangre en rosas.
Christine de Pizán participa entre 1401 y 1403 en el Debate sobre el Roman de la Rose y escribe La Ciudad de las damas (1405), junto a otras obras, para rebatir las falacias empleadas por escritores y clérigos de su época, como Jean de Meung, Guillaume de Lorris, e, incluso, Bocaccio, para ridiculizar e injuriar a la mujer. Pizán vio cómo se le negaba intencionadamente la autoría de algunos de sus libros, manuscritos y miniados en talleres femeninos; sin embargo nunca cejó en su defensa de la mujer argumentando que esta causa era un asunto público concerniente al bien común. Suyo es también el Cuento de la rosa (1402), en el que se trata la creación de la denominada Orden de la Rosa, a iniciativa de quienes respetaban a las mujeres, abogando por el uso adecuado del símbolo de la rosa, que resulta sublimado (19).
En estos contextos simbólicos, la rosa, y mas aún, en su relación con el cáliz, es sinónimo y trasunto de la mujer.
Riane Eisler, en El cáliz y la espada, establece dos modelos bien diferenciados de sociedad: el basado en la colaboración y el que se impone violentamente por la fuerza, tras un periodo de caos y de interrupción cultural, el de dominación. El primero, es aquél que se documenta en culturas en las que la mujer se encontraba en las esferas de toma de decisiones, con alto grado de poder, junto a los hombres, y en las que los cuidados constituían el eje de una actividad social compartida, considerada primordial y como tal gozaba de un gran reconocimiento. Una vez se produce el cambio, los principios y cualidades asociados a lo femenino se consideran secundarios, ensalzándose y admirándose los opuestos a la colaboración, desestimando las tecnologías que mejoran la vida para apoyar las de destrucción y dominio, En este giro están las raíces de la crisis global actual, no hay mas que comparar aquellas sociedades mas igualitarias y pacíficas, en las que hay vestigios de ese modelo de colaboración, con otras mucho mas desiguales y violentas, que carecen de ellos. Concuerda con otros muchos, algunos ya citados en bloques anteriores, en que estamos en una encrucijada evolutiva, en la que se producen cambios repentinos y fundamentales, como en los que se centra la teoría del caos, y en que el actual sistema ha llegado al agotamiento y al límite a causa de tanto desequilibrio. También en que hay una alternativa posible de futuro y al alcance de nuestra capacidad de co creadores de nuestro mundo cuyo secreto está en recuperar esas estructuras de colaboración (20).
Los trascendentalistas estadounidenses, proclamaron que en otros tiempos el hombre había estado unido a la naturaleza, persiguiendo el restablecimiento de ese estado original, que entendían solo era posible a través del arte. Para ellos toda existencia es sagrada y merece la misma consideración, propugnando las relaciones armónicas y de igual a igual entre los humanos y estos y los demás seres vivos, con los que constituimos una sola comunidad. Walden y Desobediencia Civil, ambos de Thoreau, compendian la actitud de este movimiento que identifica la felicidad con la unión de vida y naturaleza, reclamando su protección y las de las comunidades que en ella se desarrollan, mientras que propone la desobediencia como motor de cambio frente a las injusticias del poder.
Abren la exposición las obras Materia primigenia I, II, (2021), fotomontajes sobre papel Hahnemühle, realizados con fotos en blanco y negro de la infancia de la artista en las que, respectivamente, aparece meciendo a una muñeca y abrazando a su hermano pequeño. Estas fotos están parcialmente cubiertas por pétalos de rosas rojas, lozanos, tersos, de tono intenso, sobre los que descansan los tallos de dos flores y sus correspondientes cálices y órganos sexuales. Hay también algunas hojas pero la estructura de defensa, los acúleos, las falsas espinas, está ausente. La calidad aterciopelada del papel que sirve de soporte confiere calidez, transmitiendo la suavidad y dulzura de las escenas.
Este apartado de la rosa está dedicado a los valores que sustentan las estructuras de colaboración de un sistema regido por los cuidados, la fraternidad, la ayuda mutua, los afectos y otros, relacionados con el universo de lo femenino. Ya se ha mencionado cómo la depreciación de todos ellos a posiciones marginales junto con las mujeres deviene en esta asociación. Pero, como escribe Butler, «Dejando a un lado las especulaciones sobre la esencia de lo femenino, la llamada a «cuidar» resuena con el feminismo revolucionario» (21). Una sociedad presidida por este patrón de relaciones no necesita defenderse de las agresiones que podrían suceder si predominaran actitudes hostiles, individualistas, de imposición y depredación.
Las obras aluden a la asignación sexista de roles en un contexto en el que los cuidados son exclusivos de la ética femenina, fomentándose esta mentalidad desde los primeros años de vida. Pero la presencia de los pétalos junto al cáliz y los órganos de reproducción de la rosa remiten a un mundo en el que los cuidados competan a la ética humana (22), despojados de la connotación peyorativa, que comporta su consideración de tarea femenina y, por tanto, subsidiaria -Victoria Camps, Tiempo de cuidado; Judit Butler, ¿Qué mundo es este?, Boris Groys, Filosofía del cuidado; en los tres casos se refieren a cómo la pandemia ha devuelto su importancia a los cuidados, situándolos en el primer plano –
En los cinco papeles de técnica mixta Acúleo I, II, III, IV, V, (2019) la sutileza de su trazo de grafito y sus suaves manchas en pastel contrastan con la rotundidad y el relieve de los acúleos (espinas) de la planta, que resaltan en sus ramas pintados con esmalte rojo de uñas, a modo de cosmética para las defensas. Sin embargo, en la mayoría se mantiene sobre su tallo parte de la flor, como resistiéndose a caer, luchando por no ceder a la inercia del proceso y la fuerza de gravedad.
Estos dos grupos de obras anticipan el contenido de toda la exposición, remitiendo en aquel caso a la primera parte y en este, a medio camino, en un terreno fronterizo, prologando la segunda.
Escribir con pétalos (2019-2023) es una instalación / acción hecha con 200 rosas frescas de la variedad Freedom, única cuyos pétalos son suficientemente robustos para el manipulado que requiere el montaje. La colaboración en esta obra trasciende la referencia simbólica para ser de facto, ya que es una pieza que requiere de más manos que las de la artista, quien dirige una acción en la que se dibuja la palabra NO haciendo en la pared las reservas de espacio necesarias, delimitadas pétalo tras pétalo, dejando libres los huecos que conforman las dos letras. El método colaborativo de trabajo y el material con que está hecho refuerzan el sentido de la obra, la negativa a comportamientos derivados de unas estructuras de dominación. Aludíamos antes a esa temporalidad disidente implícita en varias obras de la exposición, y esta la contiene, también de manera explícita, ya que le es consustancial ese ritmo de apertura del tiempo. En palabras de Miguel Angel Hernández » abrir el tiempo es, sin duda, espacializarlo, crear un intersticio, un lugar para habitarlo» (23).
Está en el origen de NO, vídeo en color, time lapse, con audio, 4:3, 1´57´´, proyectado en bucle sobre la pared, justo enfrente, en igual tamaño; es su complemento, dándose ambas sentido mutuamente. La primera es una obra efímera que se irá transformando en el transcurso de los días que dure la exposición. A medida que los pétalos de rosa van marchitándose la palabra NO se desdibuja, lo que dista mucho de sugerir un decaimiento en la voluntad. Las rosas se amustian pero no la “voz” que niega tales patrones, que solo se acallará cuando sean erradicados.
Dice Byung-Chul-Han que «la voz penetra a un nivel profundo que queda por debajo de la conciencia» y en el capítulo dedicado a ella se refiere a lo que Roland Barthes llamó el «grano de la voz» o «aspereza de la voz», a la dimensión corpórea, siendo la caligrafía un signo corporal, que tiene que ver con la seducción del significante mas que del significado (24). Pero no es una seducción vacía de contenido e intención, sino coadyuvante de la convicción. Por tanto, un espacio pleno de significantes será seductor, convincente. Ángeles Sioli da cuerpo y seducción a esa voz, le da una materialidad en tres dimensiones físicas y le aporta otra sensitiva, como es el aroma.
El punto de partida es, precisamente, esa voz con la que formula sintéticamente su firme deseo de darle la vuelta a una situación real. La negación serena, reiterada, indesmayable, rotunda e insobornable, es un medio para poner énfasis en ese desiderátum, como también lo es el time-lapse, técnica en que se ha realizado y que refleja la intención y necesidad de precipitar el proceso. La palabra NO se oye en el audio en diferentes voces, femeninas y masculinas, e idiomas. Mujeres y hombres niegan su apoyo a los patrones de dominación heteropatriarcal, excluyentes, globalmente impuestos en todas las regiones y culturas. Es un NO sin temor, modulaciones, o a medias; es decir, de manera indubitada y contundente. Si la repetición continuada puede conllevar una pérdida de sentido, aquí esta posibilidad queda neutralizada por el efecto de eco de una pieza sobre la otra, eco que no es autorreferente sino provocado en el otro, logrando repercusión.
Rosa es una rosa es una rosa es una rosa, I, II, III (2021), impresión digital directa sobre Dibond, toma su título del poema Sacred Emily de Gertrude Stein. El verso enfatiza sobre lo inmutable de la identidad. La reiteración del principio parece reafirmar una existencia orgullosa, por muy difícil, controvertida y alienada que haya sido. De la impresión directa sobre el aluminio surge un carácter frío, de textura metálica, coincidente con lo crepuscular de las imágenes. La flor se muestra en su ocaso, vencida; los pétalos han perdido toda lozanía y tersura y su color se ha apagado, asimilándose al del tallo, que ha dejado atrás el verdor propio de la frescura por un tono pardo inconcreto que denota vejez.
El declive físico no fue la causa del cambio dramático en el modelo de colaboración pero en la propuesta pone imagen a sus postrimerías.
SEGUNDA PARTE: LAS ESPINAS
La espina de la rosa acentúa la contraposición, que también hallamos en el simbolismo de la cruz, de la conjunción de la tesis y antítesis, de las ideas de existencia y no existencia, éxtasis y angustia, placer y dolor .
Ubicada en un espacio vestibular, en diálogo con el tríptico anterior, La verdad del primer instante (2019), exhibe una planta cuyos elementos, completamente secos, permanecen desnudos, sin maquillaje. En las tres hojas que penden de una rama secundaria aparece escrito con tinta blanca el Artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.» Además, la condición original de igualdad entre hombres y mujeres de cualquier procedencia está avalada por las investigaciones sobre el mapa genético, lo que debería alejar cualquier posición determinista acerca de la superioridad de una raza o de un sexo.
De la rama principal emergen unas bellísimas protuberancias espinosas, perfectas, luciendo en todo su esplendor, características que debieron compartir con sus hermanas de planta y que determinaron su elección para esta pieza. Parecen rendir homenaje a esa verdad, pero lo amenazante de su aspecto hace sospechar que sean la causa de los orificios de las hojas. De lo que se deduce que el axioma va a permanecer inmutable por mucho que sea combatido y pese a los recelos que despierte en los que a él se oponen.
Este tiempo de espinas es el que transcurre entre una realidad perdida y otra deseada. Pero, en puridad, el rosal no tiene espinas sino acúleos. De aspecto muy parecido, pero sin formar parte de la estructura de la planta y carentes de tejido vascular, son unas prolongaciones de la epidermis de las ramas, muy rígidas y puntiagudas en el extremo, que le sirven de protección.
Pintar los acúleos con esmalte de uñas de colores enfatiza la función protectora de las pseudo espinas de las ramas del rosal; recurso, como los bordados y el trabajo con flores, que remite a las tecnologías de construcción de género, respectivamente referidas al uso del maquillaje y a las tareas propias del rol asignado al sexo femenino, a las que con frecuencia recurre la creación contemporánea feminista como estrategia de crítica identitaria y para ennoblecerlas. A propósito de todo ello, se abren otras posibles lecturas de su puesta en relación con tecnologías de prótesis y camuflaje, vinculadas con la identidad, con el engaño, con el anonimato y la uniformidad de un mundo sujeto a un exceso de control, globalizado y digitalizado. Subyace también una crítica al canon físico y «moral» o normal -referido a la norma, la regla-, a la cruel marginación que sufren aquellos que no “dan la talla”, junto al rechazo y la carencia de criterio propio. De ahí que las figuras deformes o monstruosas, con respecto a lo preestablecido, se nos presenten como iconos de reivindicación de una existencia material y espiritual ajena a los cánones y a lo políticamente correcto.
Azul, Rosa y Viceversa (2019), reflexiona sobre la asignación de roles de género nada mas nacer, decidiendo la sociedad por el neonato. Las ramas de esta obra, cuyas formas aluden a los dos sexos, «visten» de esmalte rosa bebé los acúleos de la que dibuja una V en uno de sus extremos y de azul celeste a la que es completamente recta. Las alusiones son obvias. Con independencia del color elegido como propio para uno u otro, que ha variado a lo largo del tiempo y queda sujeto a las modas y tendencias impulsadas por el mercado, la cuestión que interesa es esa diferenciación tan temprana en base al sexo, a través del vestuario o, lo que es mas grave, de los juguetes diseñados desde posturas sexistas que reproducen estereotipos que fomentan su supervivencia y, por tanto, la desigualdad entre niños y niñas, a las que reservan un horizonte muy limitado de desarrollo intelectual y profesional.
Las ideas preconcebidas y simplistas sobre las capacidades de hombres y mujeres, y sobre el papel de ambos en el mundo, están en el origen del desastre desencadenado en la distopía de Amin Maalouf, El siglo después de Beatrice. El menosprecio por las mujeres conduce a su genocidio antes siquiera de la concepción, sobre todo en los países menos desarrollados. Inspirado en las políticas de natalidad de China y la India, narra cómo la discriminación de las mujeres llevada a a tales extremos es causa de una concatenación de sucesos que lleva a un escenario apocalíptico a nivel global.
Para quienes piensen que el tiempo de lucha reivindicativa de las mujeres ha pasado por no quedar ya motivos que la justifiquen, hay una lista de sugerencias de lectura que demuestran lo contrario. Desde los tiempos de Christine de Pizán, quien inaugura la llamada Querella de las mujeres, pasando por Sor Juana Inés de la Cruz, los siglos, XVIII, XIX y la pasada centuria, hasta nuestros días; en los distintos continentes, con los lógicos matices que dan la época, la zona geográfica y el entorno cultural, las mujeres han clamado por los mismos derechos y exigen poner remedio a los mismos problemas, ayer y hoy. Es ilustrativo cómo difiere la mirada de mujeres y hombres, aún entre los que apoyan las reclamaciones feministas (25).
Estereotipos (2019), acrílico sobre lienzo. Una variante del motivo anterior, con dos ramas cruzadas formando una V, y otras dos en igual posición pero invertida, pintadas sus espinas, correlativamente, en rosa y azul, de tonalidades mas intensas, sirve para insistir en la misma idea de la obra anterior pero ampliando su alcance a todas las construcciones simplistas en base a prejuicios y convencionalismos perpetuadas gracias a la ausencia de pensamiento crítico. Estereoamantes (2019), con igual mensaje, ahora referido a las prácticas amorosas aprobadas por la ética binarista. que se representan con dos ramas en pie entrecruzadas, con siluetas que sugieren lo femenino y lo masculino, diferenciados también por el cromatismo convencional, de cuyas derivas secundarias surgen hojas que le dan una cierta apariencia antropomorfa y de movimiento. Su introducción en un fanal de vidrio tiene múltiples connotaciones, siendo la mas coherente en este caso la que remite al constreñimiento por la imposición de las normas heterosexuales.
Diverso (2019), enfrentada a la anterior, simboliza la diversidad en tanto que aceptación del diferente en las relaciones con y entre ellos. Deja ver dentro de un fanal de vidrio transparente siete ramas en pie entrelazadas, con acúleos bañados de esmaltes con los siete colores del arcoíris que conforman la luz blanca, metáfora del todo.
El desarrollo de unas estructuras defensivas es el efecto del miedo, que hace presa tanto en el diferente, por las represalias que su diferencia le puedan acarrear, como en los que actúan en su contra por percibirlo como una amenaza. Byung-Chul-Han, en el capítulo sobre el miedo escribe que «El miedo que provoca el derrumbe del mundo familiar es un miedo profundo» (26).
Se teme lo diferente por desconocimiento, por incertidumbre sobre la permanencia de lo ya conseguido, por pánico ante la novedad. La diferencia, objeto de todo tipo de prejuicios, tiene múltiples caras y se expresa en numerosas circunstancias. Diferente es el que procede de otro lugar, portador de una cultura distinta, teniendo o no un color de piel y creencias distintas. Contra ellos se esgrimen argumentos falaces dirigidos a legitimar los nacionalismos y el racismo, que hunden sus raíces en el pensamiento supremacista, como si de una cuestión inherente al derecho natural se tratara. Así, se legitima la imposición del poderoso, con fines de dominio territorial, económico y cultural. Diferente por razón de su sexo es la mujer que aspira a integrarse junto al hombre en determinadas esferas de poder en el contexto de dominación patriarcal, donde se considera un mandato divino el que esté supeditada al varón, negándosele un espacio junto a él o en su lugar y relegándola a un plano de subordinación y de irrelevancia. El ejercicio con naturalidad de sus derechos en igualdad de condiciones o su reclamación cuando le son rechazados se interpreta como un ataque a las estructuras de dominio que no conciben la normalización inclusiva de ambos sexos en el ámbito público, pretendiendo que se perpetúe un modelo excluyente de poder masculino. La ideología que sustenta el heteropatriarcado entiende que el binarismo es la única posibilidad para expresar las orientaciones de género y canalizar la vida afectiva y sexual. El amplio abanico de personas que no encajan en este patrón o no se sienten identificados con él, es transversalmente atacado, igual que la mujer, al margen de localizaciones geográficas, creencias o posición social o económica -Joni Seager, La mujer en el mundo, aporta datos basados en la estadística que lo evidencian (27)-, por el absurdo prejuicio de que ponen en peligro los valores comunes a todos los que mantienen esos dogmas relacionales, inamovibles e intransigentes, y que no son otros que los del modelo de dominación patrilineal.
Cosmética del enemigo II, III, IV, V (2021), se apropia del nombre de la novela de Amelie Nothomb (28), cuyo argumento gira en torno a la violencia de género. Cada una de las fotografías de este políptico muestra las siete ramas entrecruzadas con los acúleos esmaltados en los colores del arcoíris, ahora tumbadas, en referencia a los miedos surgidos en todas las direcciones: desde la estructura de dominación que se siente amenazada por los diferentes y desde las distintas posiciones de discriminación que temen por lo que les pueda suceder. La impresión en papel Canson High Gloss y el encapsulado en metacrilato -Diasec-, potencia, el brillo y el aspecto intimidante de las defensas, enzarzadas unas contra otras en una lucha ciega y sin rumbo.
Melanina, 6 tonos de piel (2021), instalación de objetos escultóricos, representa la diversidad en los fototipos humanos mediante ramas con acúleos pintados con seis tonalidades de piel, una en cada uno de los tubos de ensayo, elemento que refuerza por su identificación simbólica el argumento científico en que reposa el discurso de la pieza. Como casi todo en nuestro cuerpo, la cantidad y tipo de pigmento están determinados por los genes. Las variables genéticas de la piel blanca aparecieron por primera vez en África, debiéndose la pigmentación a una adaptación al entorno.
El secreto está en el mestizaje (2019) invita a mirar desde arriba la bola transparente para descubrir una espina roja, metáfora de los prejuicios, que puede aumentar o disminuir de tamaño por el efecto óptico del vidrio, que actúa como un cristalino gigante de pez. Sostienen la bola dos manos de distinto tono, que son las de la artista, en escayola y bronce, blanca y oscura, unidas en un gesto de fraternidad. El mestizaje es el encuentro cultural y biológico. Desde el punto de vista evolucionista, al término raza le falta rigor y validez taxonómica y el concepto de pureza se asocia a la fragilidad. La mezcla entre diferentes aporta riqueza genética y engrandece la herencia patrimonial de los pueblos.
Las teorías poscoloniales, surgidas a finales de los años 40 para rebatir supuestos dogmas supremacistas, ponen de manifiesto conceptos como otredad y diferencia, en cuanto que fundamento para la construcción de identidad y subjetividad. Edward Said, uno de sus exponentes, en el capítulo II de Orientalismo, subtitulado «orientalizar lo oriental» describe la construcción del mito de lo exótico (29), que explica la mirada paternalista de occidente, a la que no escapó España, identificada con Andalucía y, por tanto, con los bandoleros y las bailaoras gitanas, lo que no son mas que prejuicios debidos a la ignorancia de la realidad.
La pieza reivindica lo diverso con una perspectiva de mosaico cultural, antepuesto al ya periclitado de crisol de culturas, que conlleva la desaparición o debilitamiento de la mayoría, diluidas en una sola hegemónica.
Los pensamientos feminista y poscolonial están vinculados al ecologismo. La naturaleza no pertenece a nadie ni somos dueños de la vida, que es un don, realidad y valor en torno al que deben girar todos los demás. Por ello la única opción aceptable es la de su conservación y respeto, la de instaurar las bases necesarias para una existencia conjunta sin limitaciones ni agresiones.
Naturaleza domesticada (2019), escultura con una rama de mucho mayor tamaño que el resto, de acúleos pintados en rojo, yacente sobre un cristal; denuncia el injusto papel secundario de esa coautora de nuestra historia, de nuestra evolución que es el entorno natural en el que se ha desarrollado la vida humana desde que irrumpe en el mundo. Esa naturaleza en la que la intervención del hombre, empeñado en controlarla, ha causado una degradación de dimensiones incalculables.
El sistema de dominio excluyente ha generado estructuras de verticalización jerárquica de la sociedad y ha favorecido unos modos de producción y explotación del semejante y del medio natural. Considerándose por encima de cualquier otra forma de vida o manifestación de la naturaleza, el ser humano actúa en consecuencia con una visión del universo que forma parte de ese mismo sistema de valores de dominación. Manuel Arias Maldonado se refiere al «acoplamiento irreversible de los sistemas sociales y naturales» como la causa mas relevante del cambio medioambiental, lo que convierte a la humanidad en «agente de cambio medioambiental a escala planetaria» (30). Las consecuencias han resultado ser desastrosas, habiendo alcanzando un punto de no retorno en el que solo podemos minimizar los efectos pero no impedirlos.
A partir de la Naturfilosophie de Schelling y retomando postulados de Spinoza, Goethe afirmó la existencia de una forma arquetípica o primordial, la Urform, especie de patrón común del mundo vegetal a partir del cual y por medio de la acción exterior se evoluciona hacia diferentes formas (31). Humboldt lo aplica a la naturaleza en general y formula el concepto de sistema, interpretando el mundo natural como un conjunto en el que todo está interrelacionado, Hay un vínculo muy interesante entre los trascendentalistas, que defendían una vida mas unida con la naturaleza, y la mística cristiana. San Francisco de Asís, patrón de los animales y del medioambiente en su Cántico a las criaturas (1225) aboga por tratar a todo lo creado por igual. También lo hay con el pensamiento del utilitarista Jeremy Bentham (1748-1832), sufragista, activista de los derechos humanos y de los animales y defensor de los homosexuales. Donna Haraway defiende en la actualidad esa horizontalidad relacional entre especies y otras formas de la naturaleza, con las que compartimos la historia del mundo, de la que somos co-constitutivos, por lo que al pensar en un futuro diferente ellas deben tener categoría de coautor.
Cosmética del enemigo I (2021), impresión digital en papel de alto brillo, montada en Diasec. La rama de la obra anterior, reposa sobre un espejo que duplica su imagen y la de sus defensas rojas. Los modelos de imposición y dominio, excluyentes, no colaborativos, impiden la confianza hasta en su propia estructura, exhibiendo sus armas en un alarde de fuerza y agresividad, que delata impotencia y huida hacia adelante en un momento de precipitación de acontecimientos, caótico.
El otro, en el mas amplio sentido del término, es el que hace posible la propia existencia; somos en relación al otro, como la escucha es lo que da lugar a la voz. Para Merleau-Ponty, nos reconocemos a través del otro y de lo otro. El otro nos confiere entidad y singularidad. Por ello, los posicionamientos de colaboración, de convivencia con el otro, con lo otro, son una garantía de la propia supervivencia.
Las piezas Igual y Distinto forman un díptico, replicando la fórmula visual de los demás objetos escultóricos, esta vez por medio de dos signos matemáticos formados por pequeñas ramas de acúleos esmaltados en blanco. Signos que presentan un gran parecido aunque contienen en sí cada uno la idea de lo opuesto al otro, no siendo posible la convivencia entre ellos en relación a una misma cosa. Sin embargo, qué aspecto tan similar tienen y qué fácilmente modificables parecen a simple vista. Y esta es la propuesta y el reto que lanza la artista al poner en diálogo ambas obras. Los términos distinto, diferente y diverso no comparten significados. El ensayo de Marcos Fregosi Pensamientos frente a la crisis actual contiene profundas reflexiones sobre ellos en los otros campos de estudio que los manejan: lenguaje, sociología, psicología y filosofía, y es que no es cuestión baladí cuando se utilizan como fundamento de corrientes de pensamiento y de política excluyentes que causan graves conflictos (32). La vida lo contiene todo, por eso hay que buscar la aproximación y la complementariedad para alcanzar el equilibrio y la posibilidad de soluciones imaginativas conducentes a un escenario ideal de convivencia en equidad y paz. Ya para Nicolas Cusano, en De docta ignorantia, tratado filosófico publicado en 1440, Dios no era sino la confluencia de opuestos en un mismo ser, idea que está presente en casi todas las religiones (33).
Judith Butler –El genero en disputa. El feminismo y la subversion de la identidad– afirma que «los sujetos que entran en contradicción con los conceptos de género estipulados culturalmente bajo la mascara de la naturalidad son juzgados o se juzgan a si mismos». La misma autora analiza la diferenciación que Freudestablece entre duelo y melancolía, que es la no aceptación de la pérdida (34).
Al considerar la melancolía, lo que importa es lo que uno pierde; puede ser una persona o el amor de esa persona, pero Freud tiene claro que puede ser un ideal, una fantasía sobre quién debería haber sido esa persona, o, de hecho, un ideal de nación… De forma parecida, la afirmación de que uno nunca ha sido ni será gay… La negación paraliza el reconocimiento pero también puede ser leída como una forma desfigurada de reconocimiento que con frecuencia toma la forma de queja, autoagravio y rabia.
A nivel de individuo, Eugenio Carmona nos ofreció un singular ejemplo en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, titulado Masculino Picasso femenino. En el planteó una imagen insólita del genial artista malagueño, afirmando que es su bisexualidad, si no su homosexualidad encubierta, en cualquier caso una orientación sexual no asumida por el, a lo que sin duda contribuyó el ambiente de la época, la causante de sus relaciones tiránicas con las mujeres.
Continua Butler con que es posible hablar de una «melancolía cultural» y que este síndrome se aprecia entre grupos supremacistas y homófobos. Añadamos los misóginos a la lista.
Cada vez son mas numerosas las tesis sobre que el futuro de la humanidad es el de una construcción identitaria libre, cambiante e inclusiva. En esta línea, Beatriz Preciado desarrolla en el Manifiesto Contrasexual su teoría sobre las tecnologías de destrucción / construcción/ deconstrucción del género puestas al servicio de los individuos, libres de configurarse al margen de la política y la religión y aquellos sectores de la ciencia y la tecnología a su servicio, en tanto que instrumentos de poder (35).
Paradójicamente, en el imaginario cristiano, los ángeles, como los demonios, son seres asexuados y andróginos, de genero indefinido, confuso y ambiguo, poseedores de una gran belleza, como Lucifer, ángel caído. En la teología Neuatl, el universo nace de un dios dual, hermafrodita y andrógino. Algo similar a las teorías del zervanismo iraní. Pausanias y Ovidio narran la historia del hijo de Hermes y Afrodita, Hermafrodito, quien sumergido en las aguas de un lago es abrazado por la ninfa Salmacis con tanta vehemencia y fuerza que acaban siendo un solo cuerpo. En El Banquete, Aristófanes hace su discurso sobre el origen del hombre, que no es otro que la venganza de los dioses al sentirse amenazados por el poderío de unos seres en dupla, constituidos unas veces por un individuo macho y otro hembra y otras por dos hembras o dos machos; en ese momento deciden partirlos en dos y desde entonces cada uno busca la mitad que le fue amputada (36).
Mircea Eliade, en su estudio Mefistofeles y el androgino, trata el misterio de la coincidentia oppositorum y de la totalidad, perceptible en la simpatía que une a Dios con Mefistófeles en el Fausto de Goethe. Misterios ya presentes en la obra del Pseudo Dionisio Areopagita o Nicolás Cusano o Carl Jung –anima y animus-, para el que esta coincidencia era el fin último de la actividad psíquica integral (37).
Superar los contrarios, anularlos, conlleva trascender lo inmediato para llegar al conocimiento metafísico y a descubrir la dimensión oculta de la realidad, en la que el mal no es otra cosa que el incitador del bien, siendo los demonios el aspecto nocturno de los dioses.
Y hace una exhaustiva relación de la presencia del andrógino y la androginia a lo largo de la Historia, no siendo pocas las referencias en los Evangelios y otras escrituras sagradas, en algunas de las cuales hay pasajes sobre la unión de los sexos como la condición del Reino, por lo que llega a la idea de la bisexualidad divina en tanto que modelo y principio de toda existencia.
El andrógino es una identidad singular, aquella que encarna la totalidad, por reunir en un solo individuo las asociadas a lo femenino y a lo masculino; es una forma liberadora para hombres y mujeres en cuanto a la adopción de roles cambiantes, correspondiendo o no con su sexo. Novalis y el romanticismo alemán categorizan el andrógino como el hombre perfecto del futuro.
Este es el marco de actuación que hemos de construir entre todos, uno libre de roles separados en el que no exista diferenciación de papeles entre los dos sexos. En Lo femenino y lo sagrado, Catherine Clement y Julia Kristeva, se refieren a cómo en otros tiempos/lugares las mujeres exhibían una dimensión de lo sagrado que está en el cruce transicional de la dualidad femenino-masculino presente en todos, en esa región residual de la gemelidad primigenia del ser humano. Solo activando esa zona de transicionalidad se accederá a lo sagrado (38).
TERCERA PARTE. UNIVERSO UCRÓNICO, LA UTOPIA
El amor hace posible volver a crear el mundo desde la perspectiva del otro y abandonar lo habituado. Es un acontecimiento que hace que comience algo totalmente distinto
El mundo que propone la artista nada tienen que ver con la realidad aumentada, ni con la realidad virtual, metaversos y avatares. Es un mundo contenido en este, accesible mediante la rehabilitación de los valores de cuidado y colaboración que antaño posibilitaron sociedades mas armónicas con sus vecinos y el medio natural, y que fueron postergados desde los albores de la historia a una consideración ínfima; relegados de lo público; apartados al ámbito de lo doméstico.
TINA –There is no alternative-, es el eslogan con el que prominentes políticos y economistas de décadas pasadas lanzaron al mundo a una carrera autodestructiva, implantando el miedo al cambio por haber dibujado un horizonte apocalípico en la aplicación de parámetros más humanos. Pero, desde el sentido común y la esperanza en un mejor porvenir afirmamos rotundamente que sí la hay y que gracias a la agencia que tenemos para imaginar y construir un futuro mas vivible y un mundo mas habitable debemos ser capaces de elegir las opciones que conviertan en realidad la vuelta a esa armonía.
Sin embargo, no hay un Plan B, afirmación avalada por la comunidad científica casi unánimemente y aceptada por los poderes públicos a escala global. Y es una verdad que estaba contrastada desde el mismo momento en que la anterior premisa fue adoptada por los líderes mas poderosos, a sabiendas de sus efectos en la catástrofe medioambiental. En remotas islas del Pacífico ya había comenzado un tímido éxodo climático.
Si no actuamos pronto, a la crisis migratoria se sumarán los efectos de la agudización progresiva del fenómeno y una cascada de consecuencias sociales de dimensiones épicas: hambrunas generalizadas, retorno de totalitarismos, previsibles enfrentamientos bélicos… Un panorama caótico que ya comienza a vislumbrase.
La ultima frase del libro de Zygmunt Bauman Retrotopía causa terror ( 39 ):
Los habitantes humanos de la Tierra nos encontramos (mas que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos, o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común.
Pero en otras partes del libro se manifiesta muy pesimista ante la falta de capacidad de actuación de la sociedad como colectivo, efecto de la separación entre poder y política, no viendo mas posibilidad a corto plazo que la búsqueda individual de una fórmula salvadora, aunque provisional, previa a que las instituciones y la sociedad como conjunto recuperen la voluntad y la capacidad instrumental para hacerlo.
Advierte de la ingenuidad, insensatez e inviabilidad de poner los ojos en el pasado, buscando la salvación en lo que llama la retrotopía. Pero cuando se habla de volver la mirada hacia valores que rigieron sociedades pasadas no es en sentido literal. Se trata de la recuperación de unas dinámicas de solidaridad, de empatía, de cuidados, empezando por los de uno mismo, que suponen el bienestar ajeno y la preservación del entorno natural.
Parece claro que es necesario y urgente actuar, aunque no siempre una actuación garantice su acierto. Ciorán reconoce que «actuar es anclarse en un futuro próximo, tan próximo que se vuelve casi tangible» ; pero su visión negativa le lleva a sentenciar que «el mal es inseparable del acto» y que si se pretende construir una sociedad en la que unos no dañen a otros habrá que involucrar solo a los abúlicos (40).
En cuanto a las opciones, las mas variadas líneas de pensamiento se han orientado a la crítica social que propugna un espacio común horizontal, o heterotopía, en el que nada está por encima de nada, y donde el concepto de tolerancia queda desterrado, por presuponer superioridad moral del tolerante hacia el tolerado, que queda en deuda con él.
Las utopías que imaginan estructuras de ingeniería concebidas mayoritariamente para el ataque, la defensa o el aislamiento, relacionados con un espacio físico concreto, no forman parte de la línea general del pensamiento utópico femenino, que pone el acento en la igualdad de derechos, el pacifismo y los valores de cuidado y responsabilidad asociados a la feminidad, que comprenden también la preocupación por la naturaleza y el auspicio de una vida mas vinculada con ella. Son muy numerosos los ejemplos de utopías alumbradas por mujeres. La ciudad de las damas (1405), de Christine de Pizan, paradójicamente hace referencia a un espacio físico y de defensa, pero en sentido figurado, territorio del intelecto femenino que habitan figuras, míticas o históricas, cuyas capacidades niegan las afirmaciones vertidas por la misoginia. Se formula como un diálogo con la cultura masculina, pero efectuado por una mujer, que, sin embargo, no excluye a los hombres, algunos de los cuales le dieron su apoyo. Esta es casi una constante en el imaginario utópico feminista, siendo excepcionales los casos que abogan por el matriarcado (41 ).
La propuesta de la artista ilustra la construcción de un mundo mejor con dos obras en las que es fundamental la mano de las mujeres.
Manos para fabricar un mundo (2021), impresión digital sobre papel Hahnemühle, es una serie de fotografías, agrupada en dos bloques de doce unidades cada uno, enlazadas por una pieza de formato mayor, que a modo de secuencia cinematográfica, de cadencia lenta, recoge el proceso de construcción de un universo ucrónico. Cada una de las fotos capta un momento en la evolución del bordado que plasma con precisión y maestría su imagen representativa.
Varias obras de la propuesta hacen hincapié en las manos. Son mucho mas que simples ejecutoras de las órdenes del cerebro. Juhani Pallasmaa asegura que son esenciales en el desarrollo de la inteligencia, a la que preceden, como sucede con el lenguaje. La mano es símbolo de poder y de magia; «En las culturas tradicionales todo el mundo vital es producto de las manos» (42). El conocimiento del cuerpo y del entorno no se da sino gracias a la exploración que el bebé hace a través de sus manos, a lo que Merleau Ponty se refiere como la experiencia táctil, cuya intención es la co-constitución del yo y el mundo. Intencionalidad que, para Butler, tiene «carácter de contenedor de mundos» (43).
El último hito de la exposición nos sitúa ante dos obras puestas en diálogo, que confrontan otros tantos patrones sociales antagónicos. Universo Real (2019) y Universo Ucrónico (2019). Del mismo tamaño y composición coincidente, se podrían superponer, replicando el divertimento con las dos Majas de Goya con el que Godoy agasajaba a sus mas íntimos. El soporte traslúcido de la segunda dejaría ver la primera, que queda detrás, por lo que esta le transferiría las estructuras de sus ramas, al tiempo que vería sustituidos sus acúleos desafiantes por los elementos en nada inquietantes, bellísimos y muy sugerentes que le «presta» aquella. Con tal argucia la artista demuestra del modo mas didáctico posible cómo podrían ser las cosas si se hubiera puesto en práctica otro modelo. Los acúleos bordados pierden toda connotación de amenaza al desaparecer las estructuras que hacían necesaria su función, transformándose en hermosas formas suspendidas en el espacio, como una constelación de gemas; semillas y fermento de un nuevo mundo de colaboración en igualdad.
Deja a la vista un sugerente universo de formas que evocan la magia de minúsculos cuerpos estelares y la suntuosidad de la orfebrería, buscando la seducción de la imagen y a través de ella del mensaje de unidad en una sociedad colaborativa para la construcción conjunta de un futuro mejor. Bordado por manos femeninas, este universo es el que preconizan los valores de colaboración, propios del ideario femenino, no excluyentes, defendidos desde posiciones feministas. La técnica del bordado pone la obra en este contexto, con el que está relacionado desde el movimiento sufragista, extendiéndose sus relaciones a partir de la segunda ola. The Dinner Party, de Judy Chicago, o los famosos femmages de Miriam Schapiro ilustran esta correspondencia. La apropiación política de esta técnica para transgredir las significaciones sociales y subvertir el espacio que se le asignó históricamente condujeron a su resignificación y uso como práctica de resistencia, pasando de instrumento de sumisión a herramienta de la lucha por la igualdad.
De la rosa y las espinas es una propuesta abierta. Los títulos solo pretenden facilitar la interpretación de las obras, susceptibles de varias lecturas, de sugerente transtextualidad. igual que la rosa y el rosal, cuya elección como elementos conductores del relato, obedece a su fácil asociación con el imaginario colectivo, dotados como están de la densidad simbólica suficiente para soportar la densidad argumental del proyecto. Por ello, el espectador es invitado a hacer su contribución, dentro y fuera de la sala, durante el evento y después de su clausura, cerrando el círculo. Aunque, si lo prefiere es libre para olvidar cualquier sugerencia y simplemente dejarse seducir por la belleza nada inocente de las piezas y del aroma que desprenden, cuyo resonante efecto perdurará y tendrá resultados positivos.
Nuestro presente, convertido cada vez más en un «no lugar» necesita recuperar los espacios y tiempos que hagan posible las necesarias condiciones para que la vida sea vivible y el mundo sea habitable
(1) Butler, J. (2022), ¿Qué mundo es este?, Barcelona, Arcadia, 135
(2) Byung-Chul-Han. (2019), La expulsión de lo distinto, Barcelona, Herder, 95 -111
(3) Byung-Chul-Han. (2019), La expulsión de lo distinto, Barcelona, Herder, 113 -123
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(6) Corbain, A. ( 2019), Historia del silencio. Del Renacimiento a nuestros días, Barcelona, Acantilado, 8
(7) Eisler, R. (2021), El cáliz y la espada. De las diosas a los dioses: culturas pre-patriarcales,
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(8) Wallerstein, I. (2013), Crisis estructural en el sistema-mundo. Dónde estamos y a dónde nos dirigimos. Biblioteca Virtual OMEGALFA, 2,3, 9
(9) Maalouf, A. (2019), El naufragio de las civilizaciones, Madrid, Alianza Editorial, 13- 19
(10) Butler, J. (2022), ¿Qué mundo es este?, Barcelona, Arcadia, 111
(11) Butler, J. (2022), ¿Qué mundo es este?, Barcelona, Arcadia, 17-41
(12) Byung-Chul-Han. (2019), La expulsión de lo distinto, Barcelona, Herder, 111
(13) Eco, U. (1985), Obra abierta, Barcelona, Ariel, 199
(14) Hernández, M. A. (2020), El arte a contratiempo, Madrid, Akal, 101-109
(15) Alemán, E. (2012), Homo transiens, liminaridad y límites en disputa: claves interpretativas para una sociología de lo liminar, tésis doctoral. UPN
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(17) Vozmediano, E., 2019, «El arte hace historia, también hoy», El Cultural, 10 de mayo
(18) Eisler, R. (2021), El cáliz y la espada. De las diosas a los dioses: culturas pre- patriarcales, Madrid, Capitán Swing 182-198
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Lemarchand, M. J. Ed. (2005), El príncipe y la rosa, Madrid, Gredos
(20) Eisler, R. (2021), El cáliz y la espada. De las diosas a los dioses: culturas pre- patriarcales, Madrid, Capitán Swing 365-372
(21) Butler, J. (2022), ¿Qué mundo es este?, Barcelona, Arcadia,137
(22) Camps, V. (2021), Tiempo de cuidados. Otra forma de estar en el mundo, Barcelona, Arpa
(23) Hernández, M. A. (2020), El arte a contratiempo, Madrid, Akal, 16
(24) Byung-Chul-Han. (2019), La expulsión de lo distinto, Barcelona, Herder, 81-93
(25) Griselda Pollock, Visión y diferencia; Marta Sanz, Monstruas y centauras; Emilia PardoBazán, La mujer española y otros escritos; Anónimo, El té de las damas: conversaciones agradables e instructivas entre varias señoras; Peio H. Riaño, Las invisibles; Mary Beard, Mujeres y poder; Mary Wollstonecraft, Vindicación de los derechos de la mujer; Chimananda Ngozy Adichie: Americanah, Todos deberíamos ser feministas, Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo; La flor púrpura o Medio sol amarillo; Marjane Sartrapi: Persépolis, Bordados. Manuel Arias Maldonado, (Fe) Male Gaze, éste como único en el que se aporta la mirada masculina, incluso desde posiciones de apoyo a la mujer, en cuanto al análisis de sensibilidades femeninas, en concreto del movimiento Mee too y los comportamientos masculinos que lo motivaron. Son solo unos cuantos ejemplos Los datos bibliográficos están en el listado de referencias.
(26) Byung-Chul-Han. (2019), La expulsión de lo distinto, Barcelona, Herder, 52
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(28) Nothomb, A. (2003), Cosmética del enemigo, Barcelona, Anagrama
(29) Said, E. (2019), Orientalismo, Barcelona, Debolsillo, Penguin Random House, 81- 109
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