El recorrido en bucle quiere reflejar esta circunstancia, reforzando la utilización del espacio con el uso del color en las piezas verticales de vidrio – varillas de vidrio de Murano moldeadas a fuego – presentando una amplia gama de colores, variedad de tonos, intensidad y transparencias, todo ello sumado al diferente tratamiento de la iluminación. Sobre el panel central de la sala se proyectan las sombras de las piezas colgantes, con ello y con el espejo se pretende conseguir un deseado efecto multiplicador. En el envés de la pintura de cada pieza se ve un ligero tono metalizado y diferente unas de otras, haciendo referencia al exoesqueleto propio de los odonatos.

Con la misma intensidad se quiere reflejar la esperanza y la conexión  de las mujeres del mundo que han pasado a la acción gracias a la lucha incansable de muchas. La idea evolutiva en cuanto a avances se sugiere desde un sutil cambio paulatino a piezas colgantes mas transparentes y etéreas, con suaves colores naturales que nos familiarizan con el aire libre, piezas que dialogan con  la sugerente luz natural que podría entrar por una hipotética salida. Los espejos del suelo hacen que las piezas colgantes se vean reflejadas, sumándose al efecto multiplicador, un reflejo de si mismas viéndose en una deseada y necesaria toma de conciencia individual y colectiva de lo que de verdad somos.

Esta instalación va acompañada de un audio editado a partir de sonidos domésticos y laborales, que en parte nos recuerdan el zumbido persistente y monótono de las alas de los insectos, un bisbiseo, como si fuera un susurro que inunda la sala.